Leandro Pedro - Ipuche

Leandro Pedro – Ipuche

(Spanish)
Pedro Leandro Ipuche (Treinta y Tres, 13 de marzo de 1889 – Montevideo, 17 de febrero de 1976) fue un poeta uruguayo considerado como uno de los iniciadores en poesía, junto con Fernán Silva Valdés, del nativismo, en el que se funde lo criollo con el vanguardismo.
Sus padres fueron Juan B. Ipuche y Beatriz M de Ipuche. Cuando sobrevino la guerra civil de 1904, se enroló en el ejército.

Al finalizar el bachillerato en 1905 se radica en Montevideo, e inicia estudios de Filosofía y Humanidades en el Seminario Conciliar, adentrándose en la poesía, literatura y aprendiendo inglés, italiano, francés, guaraní, griego y latín.
Cultivó así una lírica vanguardista, como se percibe en Alas nuevas (1922), pero también buscó la actualización del repertorio tradicional. Su poesía revela una preocupación metafísica, donde aparece su inquietud por el misterio de la creación y la esencia de los seres.

Otras obras suyas son Dos lágrimas (1909), La muerte del gran maestro (1913), Salmos atreidas (1916), donde abomina de la religión para unirse a la vanguardia progresista, Tierra honda (1924), Júbilo y miedo (1926) y Rumbo desnudo (1929).

Escribió además las novelas Fernando Soto (1931) e Isla Patrulla (1935), los poemarios Tierra celeste (1938) y La llave de la sombra (1949) y las recopilaciones de cuentos La quebrada de los cuervos (1954) y Caras con almas (1957).


Algunos poemas de Ipuche

ENTRE LAS GUITARRAS
Me pasaría el tiempo
oyendo las guitarras.
Valorando mi vida.
en este braserío de las cuerdas.
Me animo a conocer mi corazón
con la adivinación de las guitarras.
Me atrevo a ver mi destino
por entre las salidas de la música.
Me pasaría la vida
entreverándome con las guitarras.

JUBILO NOCTURNO
Ya vuelven mis estrellas.
Entre nosotros algo ha sucedido.
¡ Quién sabe nuestro origen y recuerdo
cómo se explican y se reconocen!
Vivo la arcana identidad que anuncia
nupcialidad y nacimientos nuevos.
Un júbilo desnudo
de joyero astronómico,
me hace seguir la música nocturna
del alma con la estrella arrebatada.

EL CIELO LÍQUIDO
El sol ha vuelto el cielo esta mañana
Tan líquido y corrido
Que mis ojos se tejen en las aguas celestes
No es el agua que salta o resalta: Es el agua fluida, Visible y escondida, Como presencia de esencia. En el otoño he visto Un cielo tan marino sobre mí,
Que aquello era el abismo vertido sobre el día.
El abismo asomado que marea de arriba;
Donde se pierde el ojo de anegarse y beber.