Ramón de Basterra

De Basterra Ramón

(Spanish)
Nace en Bilbao el 14 de marzo de 1888, en una familia de la alta sociedad bilbaína con ínfulas aristocráticas. Se licenció en Derecho y entró en la carrera diplomática desempeñando cargos como el de agregado en Roma (entre 1915 y 1917), Bucarest (desde junio de 1918) y Caracas (1924). Allí padece una grave crisis de una enfermedad mental que sufre desde hace años, a consecuencia de la cual es repatriado y más tarde reanuda sus trabajos diplomáticos en Madrid. En cada uno de esos tres destinos fraguó una obra, cuya matriz se encuentra en Roma, donde Basterra encuentra el sentido universal de España en la historia, según lo expresa en su obra poética Las ubres luminosas y Vírulo (en dos partes: Mocedades y Mediodía). En Rumanía estudia La obra de Trajano; en Caracas la Compañía Guipuzcoana de Navegación, de donde saldrá Los navíos de la Ilustración, una exaltación del carlotercismo español.
Escribió en la prensa local vasca (Euzkadi, El Nervión, El Pueblo Vasco y El Liberal), además de algunos artículos y poemas en la afamada revista Hermes. Participó en la pomposamente llamada Escuela Romana del Pirineo, un grupo informal que no va más allá del voluntarismo del propio Ramón de Basterra y de las tertulias vespertinas del bilbaíno café Lyon D’Or en torno a Pedro Eguillor, Jacinto Miquelarena, Pedro Mourlane Michelena, Fernando de la Quadra Salcedo, José Félix de Lequerica, Rafael Sánchez Mazas y Joaquín Zuazagoitia.
El escritor José María Salaverría, que lo conoció bien y le tuvo mucho afecto, señaló la facilidad de Basterra para dejarse influir, que derivaba de un fondo de inseguridad e irresolución en su vocación literaria: “Primero y sobre todo por Unamuno, especialmente en el verso retorcido y áspero que él, con su mayor finura poética, lograba realzar, a veces de un modo incomparable; luego por Ortega y Gasset; en cierto momento, por mí; acaso por Maeztu más tarde; y al final cayó en las redes de los vanguardistas, que fue como la antesala del manicomio y de la inmediata muerte”.
Su primera obra lírica, Las ubres luminosas (1923), se caracteriza por el sentimiento del paisaje, por las ideas humanísticas y por los problemas vascos. En el poemario Los labios del monte, paisaje y tradiciones vascas se funden en una amplia síntesis histórica. Es el creador de un mito: Vírulo, cuyos cantos corresponden a dos momentos del estilo del autor: En Vírulo. Poema de mocedades (1924), se muestra barroco, gongorino y virtuoso de la poesía pura. En Vírulo, mediodía (1927), el poeta supera la etapa anterior y se anticipa a su época; de un salto se sitúa en las avanzadas de la vanguardia. Con técnica del futurismo canta la máquina y el destino fecundo de los pueblos hispánicos: la “Sobrespaña”, concepto que presagia el de Hispanidad.
Su producción en prosa comprende fundamentalmente dos libros. La obra de Trajano (1921) es un conjunto de impresiones del Basterra viajero por Rumanía, alternadas con evocaciones históricas que parten de los tiempos del emperador y llegan hasta el siglo XX. Se suceden repetidamente presente y pasado con la intención de ensalzar la misión civilizadora de Trajano en la Dacia rebelde. Los navíos de la Ilustración, libro publicado en 1925, completa la peculiar formulación ideológica de este original poeta.
Hacia 1924 el poeta tenía en el cajón o en proyecto, más o menos inacabadas, obras de todo tipo: ensayos y escritos históricos (Dominio universal de España, Pirineo pensativo), poesía (Llama romance) y teatro (Las alas de lino, Fátima y Las boinas rojas). Incluso comenzó a gestar una tercera parte de Vírulo. Sólo dos de estas obras vieron la luz de forma póstuma: Guillermo Díaz Plaja editó el poemario inacabado Llama romance y la obra de teatro Las alas de lino.
El agravamiento de su enfermedad mental le condujo a un último ingreso en el sanatorio madrileño de Santa Águeda, atendido por el doctor Lafora. Allí murió por una complicación cardíaca en un ataque de locura apenas cumplidos los cuarenta años.